Cada alimento que ingerimos afecta cada célula de nuestro cuerpo y, aunque no lo creas, tiene la capacidad de cambiar el cerebro de una manera notable.
Cuando estamos estresados o apurados, tenemos la tendencia a acudir a los dulces, papas fritas y otras chucherías. Sabemos que no son muy saludables, pero nos dan energía y satisfacción en el momento. El problema radica en que son carbohidratos simples y están llenos de aditivos y conservantes, que elevan considerablemente nuestros niveles de insulina y alteran la química cerebral, a veces incluso poniéndonos hiperactivos y desenfocados, viniendo luego ese bajón que nos hace pedir más.
Justamente en esos momentos en que “sales del paso” con cualquier comida o merienda, porque tienes algo importante que hacer, es cuando más necesitas energía de calidad, para poder afrontar con mente clara lo que tienes por delante. Más